A partir del uso de las redes sociales, las personas han encontrado un nuevo modo de relacionarse: un comentario o un me gusta en una foto puede provocar una crisis en una relación.
La escritora y periodista Virginia Feinmann (Buenos Aires, 1971) supo leer y desplegar esta nueva forma de relacionarse en su reciente libro publicado por Emecé, «Personas que quizás conozcas». En esta novela la plataforma Facebook es uno de espacios donde la protagonista se desenvuelve y milita.
Virginia Feinmann (hija del prolífero filósofo y novelista José Pablo Feinmann) empezó hace poco a escribir de forma sistemática, aunque editaba, traducía y publicaba sus textos en Página/12 y en las revistas Letras Libres, La Granada, La Gaceta y El coloquio de los perros. En 2016 apareció su primer libro, «Toda clase de cosas posibles», por el sello Mulita.
– Télam: ¿Cómo concebís la idea de una literatura femenina? ¿Existe para vos esa etiqueta?
– V. F.: Creo que tiene un doble filo. Por un lado, lo particular nos permite definirnos y actuar con más fuerza. No tiene sentido elegir una versión lavada universal, igual a la del hombre, decir tontamente «somos todos iguales». Hay un ser femenino, como hay un ser judío, un ser indígena, un ser masculino o de otros géneros. Afianzarnos en nuestra diferencia nos fortalece. Pero calificar a todas las escritoras como «literatura femenina» es reduccionista. Entonces, ¿nos particularizamos para llegar con más fuerza o para quedar limitadas? Yo estoy a favor del enfoque de género cuando es para ampliar derechos. Me gusta escribir sobre temas que afectan a las mujeres y que deberían resolverse y garantizar derechos. Esto no significa escribir panfletos, sino poner a jugar en la ficción ciertas situaciones. En este libro escribí sobre el acoso, algo que las mujeres padecemos en ámbitos de trabajo o en la calle desde hace mucho tiempo. Son situaciones muy perturbadoras. Y apenas rascás un poquito ves que son transgeneracionales. Así que trabajé la relación entre madres e hijas: la matriz patriarcal está en nuestras madres porque también fueron criadas en ese abuso. Entonces me molesta que si una mujer escribe se lo rotule como literatura femenina, pero me parece que todo lo que visibiliza la violación de nuestros derechos puede captar en un buen sentido la vitalidad del «ser femenino».