El gran y delicado escultor Antonio Pujia, quien dominaba la antigua técnica de la escultura a la encaustica, murió este sábado.
Muy querido por sus alumnos y colegas, el exquisito artista -nacido en 1929 en Polia, un pueblo del sur de Italia, manejaba el arte de emplear cera de abejas para aglutinar elementos a la hora de realizar una obra.
Se trata de una técnica que muy pocos artistas conocen. Hay que trabajarla rápido, porque el material seca enseguida. Y expresa la gestualidad, el movimiento, la vibración y la intensidad del escultor.
El maestro Antonio Pujia (Alfredo Martinez)
Pujía fue velado el mismo sábado y enterrado en el Jardín de la Paz este domingo. Había detallado sobre su trabajo, hace unos años en una entrevista: «Este tipo de material tiene una pigmentación muy viva y su color no varía con el tiempo. Si la acaricio (a la escultura), me devuelve un brillito. Si la agredo, estalla, y en ese estallido me permite diluirla más rápido. El fuego es su gran enemigo, pero sin él no podríamos hablar de cera.»
Sensible, humano, Pujía se recibió de profesor nacional de dibujo en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón y de profesor de escultura en la Escuela Superior de Bellas Artes Ernesto de la Cárcova. Allí tuvo como profesores a Troiano Troiani, Alfredo Bigatti, Alberto Lagos y José Fioravanti, con los cuales también trabajó como ayudante en sus talleres, así como en el taller de Rogelio Yrurtia.
El artista realizó su primera muestra individual en la mítica galería Witcomb, en 1965. Ya a esa altura, con solamente 30 años, había ganado el Gran Premio del Salón Manuel Belgrano y el «Augusto Palanza» del Fondo Nacional de las Artes, además del Gran Premio de Honor del Salón Nacional, entre otros.
Ya en el 82, con el advenimiento de la democracia, creó por encargo una medalla conmemorativa de la asunción a la Presidencia de Raúl Alfonsín.
El maestro Antonio Pujia. (Alfredo Martínez)
Luego de dos grandes muestras que realizó en el año 2000 en el Museo Eduardo Sivori y en la Galería Principium, Pujia decidió rendirle homenaje al Maestro Rogelio Yrurtia, del cual fuera ayudante en su juventud y de quien conservaba valiosas vivencias y agradecimiento. Reunió entonces parte de sus obras desde 1960, y llevó a cabo una gran exposición en la Casa Museo Rogelio Yrurtia.
Después de 2004 suspendió sus cursos y su participación en muestras colectivas o ferias de arte, para comenzar a crear una gran serie en homenaje a la mujer. Fue así, definiendo y construyendo un conjunto de piezas ensamblando bronce fundido a la cera perdida, mármol de carrara, mármol belga, ébano con diversos baños de plata y oro. Esta era su producción de los últimos años.
Muchos colegas y ex alumnos lamentaron con sentida tristeza su partida, durante las últimas horas. Se fue uno de los grandes escultores que tuvo nuestro país. Parte de una etapa que se termina; quedan las obras.