«Fueron muchos meses de estar juntos. Desde que fuimos seleccionados en diciembre pasado, prácticamente no nos separamos», dice desde La Haya Gonzalo Herrero, estudiante avanzado de Abogacía en la Universidad de Buenos Aires e integrante del grupo ganador de una competencia de casas de estudios iberoamericanas en la Corte Penal Internacional de La Haya. Es el único varón del equipo: tiene tres compañeras y dos docentes entrenadoras.
El Concurso de Simulación Judicial que se hace desde el 2012, se llevó a cabo desde el 28 de mayo al 1 de junio. Está dirigido a estudiantes avanzados de derecho y plantea simulaciones de audiencias ante las distintas Salas de la Corte Penal internacional a través de un caso hipotético. Organiza la contienda el Instituto Iberoamericano de La Haya para la Paz, los Derechos Humanos y la Justicia Internacional.
Siempre en la final
La preparación para competir empezó en septiembre pasado. Gonzalo no conocía a Marianela Lotito, Desiré Salomón, Florencia Leguiza; pero los cursos previos, la escritura de un memorial y del alegato los unieron. Dos profesoras se dedicaron con entusiasmo a ayudarlos. «También tenemos que agradecer a los que participaron en otras ediciones, que nos apoyaron muchísimo», reconoce a horas de haber ganado la competencia. » La UBA estuvo siempre entre los finalistas, codo a codo con las mejores universidades, por lo general colombianas y españolas. Y ganó en el 2015″, relata.
Esta vez concursaron representantes de 18 casas de estudios. En la final, los estudiantes argentinos tuvieron que vérselas con los de la Universidad de Chile y la Universidad Alberto Hurtado de Colombia.
El equipo viajó con pasajes pagados por la Universidad y se alojó en un hostel, donde continuó trabajando hasta el último minuto haciéndole retoques a su intervención.
Un caso imaginario
El caso ficticio abordó un tema de actualidad: los refugiados y la xenofobia. Se juzgó al presidente de un estado americano imaginario: Campo Marino. Es el país más fuerte de la región, adonde ingresan personas que se escapan de la república de Asir, un país vecino que vive un conflicto interno. Esta inmigración genera una reacción de rechazo en la población y un candidato, con un discurso xenófobo, gana las elecciones. Una vez en el poder y mediante un decreto, el primer mandatario prohíbe el ingreso de los migrantes. Los que llegan son arrestados. Se violan todos sus derechos, no se les informan los cargos que pesan sobre ellos y padecen condiciones inhumanas de detención.
El equipo tuvo que preparar tres roles: fiscal, defensor y representante de las víctimas. Las intervenciones de cada participante se presentaron por escrito y luego se llevaron a cabo las audiencias.
Ahora, con el premio en mano, Gonzalo y sus compañeras se quedarán algunos días para recorrer y después volverán para continuar con sus estudios. «Esto fue un trabajo de equipo. Ahora nos queda el disfrute y el honor para la facultad y para la universidad pública«, destaca Gonzalo.
Está a punto de recibirse y se dedicará al derecho penal. Otra de sus compañeras se volcará al derecho público internacional.
En un comunicado, la UBA destacó que el premio es «el resultado de la construcción de un equipo académico del más alto nivel que fue puesto a disposición de los estudiantes para su entrenamiento».