Una joven desaparece. El único rastro que queda de sus últimos movimientos es su auto, incendiado. A falta de respuesta de las autoridades, su hermana emprende su búsqueda. Pero en paralelo a la intriga por saber qué le pasó a Lupe y al panorama que puede presentarse en torno a un posible femicidio, lo que Una hermana muestra es algo difícil de retratar: el vacío y la ausencia.
La opera prima de la canadiense Sofia Brockenshire y la alemana Verena Kuri -egresadas de la Universidad del Cine- transcurre en un paraje impreciso de la provincia de Buenos Aires. Un paisaje rural alejado de cualquier rasgo bucólico, un lugar que parece olvidado hasta por sus propios habitantes. Entre pastizales, estaciones ferroviarias semiabandonadas y oficinas públicas derruidas, Alba transita el via crucis de recabar información para dar con su hermana. Choca contra la pared de indiferencia policial y judicial que a menudo se levanta en casos así.
Lo que vemos es la soledad y la desesperación de esta chica en su peregrinación en búsqueda de la verdad. Y las consecuencias de la desaparición en la casa de las hermanas: un nene que sólo repite la palabra “mamá”, una mujer -la madre de Lupe y Alba- hundida en una depresión clínica, una familia que sin ese sueldo no puede llegar a fin de mes. Un hogar que se desbarranca sin remedio.
Con sutileza, la película da indicios de que alguien está ocultando algo. Miradas, bocas cerradas, gestos imperceptibles de los testigos a los que Alba (Sofía Palomino, hija de Juan y Adriana Ferrer, que aquí hace justamente de su madre) va confrontando. Parece existir un pacto de silencio, ¿o es todo imaginación de ella, producto de la angustia?
«Una hermana»
Buena
Drama. Argentina, 2017. 68’, SAM 13. De: Sofia Brockenshire y Verena Kuri. Con: Sofía Palomino, Adriana Ferrer, Eugenia Alonso. Sala: Bama.