Sociedad

¿Cómo darle valor al plástico que ya tenemos?

Por ser un material que contamina, además de aportar a la crisis de basura, cada vez más individuos se preocupan por quitar el plástico de la ecuación y reemplazar este insumo con materiales alternativos. Pero, ¿qué se hace con el que ya circula y que como no se biodegrada sino que sólo se desintegra en partes más pequeñas termina por generar otro problema, el de los microplásticos?

Un estudio de la Escuela de Medicina Hull York de la Universidad de York en Reino Unido, halló que se encontraron 39 tipos de microplásticos en 11 de 13 muestras de tejido pulmonar de pacientes fallecidos, lo que aporta pistas sobre el impacto de estos materiales en la salud humana. Fue más grave saber que 12 de los tipos hallados están presentes en muchos productos manufacturados, como packaging en general, botellas y hasta ropa.

Primero los ambientalistas y más tarde una comunidad más grande compuesta de divulgadores, emprendedores, cooperativas vecinales y población general buscan una solución para ver qué hacer con el plástico que ya circula y reducir el impacto de la polución.

Así surgen iniciativas de reutilización, como la de hacer murales con tapitas y las llamadas “botellas del amor”.  También de reciclado en donde al plástico se lo procesa para cambiar su forma.

Con todo, queda mucho por aprender de sustancias y procesos productivos (incluso el reciclado), porque según estudios de la Red Internacional de Eliminación de Contaminantes (IPEN), ciertos plásticos, a lo largo de su ciclo de vida, podrían acarrear peligro para la salud humana y los ecosistemas, por lo que no sólo llaman a investigar y controlar las sustancias químicas contenidas en ellos, sino también a reducir su producción.

La especialista en economía circular y divulgadora ambiental Dafna Nudelman, conocida en las redes como @lalocadeltaper, indicó que “cada día somos más los que nos preocupamos por los impactos de nuestras acciones y empezamos a cambiar hábitos de consumo y el modo en que nos relacionamos con la naturaleza” y si bien reconoce obstáculos y contradicciones, dice llevar “un activismo  imperfecto que se elige por sobre las consecuencias de la forma actual de hacer las cosas”.

Nudelman, quien es autora del libro Cómo rompimos el mundo (y cómo podemos arreglarlo), de Editorial Paidós, explicó a Télam-Confiar que “una de las cuestiones más preponderantes de la llamada ‘crisis de basura’ es la ‘crisis plástica’, y la principal estrategia para afrontarla es la reutilización”.

“Con los productos hechos de plástico post consumo se trata de fomentar la industria del reciclado para que los plásticos que no se pueden evitar tengan un valor en el mercado industrial y una vida posterior para que generen valor y no basura”, indicó Nudelman, quien es activista desde hace más de 10 años.

Durante su recorrido, creció su interés sobre la problemática de la basura así como también sobre los tipos de plástico y las deficiencias que aún existen en el mercado del reciclado. Por ende ella trata de evitar este tipo de materiales. Pero lejos de dar un mensaje extremo, sugiere “evaluar si hay alternativas no plásticas que podamos preferir o elegir y si no, amorticemos los plásticos que tenemos, por ejemplo si los tapers ya están, usémoslos”.

Además, a través de las Instagram, Facebook, Twitter y YouTube, brinda ideas para darle más de un uso a los envases que habitualmente desechamos, como por ejemplo, las bolsas de papel higiénico, que pueden servir como bolsa de basura (y explica que puede tener un tacho pequeño porque hace compost en otro recipiente).

Sobre sus posteos indica: “Las redes, por más que no sean una panacea,  funcionan muy bien a la hora de comunicar y crear conciencia. Son muy útiles, porque aunque haya información en internet disponible para todos, no siempre está correctamente distribuida. Muchas veces la gente necesita que esté compilada en los canales que ya usa, como por ejemplo Instagram. Quienes hacemos divulgación tomamos información de diferentes fuentes, comunicamos lo que aprendemos y también contamos en redes nuestra propia experiencia de una manera cercana y práctica”.

Así como creció el interés en mejorar el impacto ambiental con acciones individuales, se multiplicaron también las cooperativas de reciclaje y los emprendimientos que buscan eliminar plásticos de un solo uso. Parte de ellos se encuentran en la Bioferia, un evento que reúne a emprendedores sustentables, gastronomía saludable, diseño, bienestar y mercado, entre otros rubros.

Valentín Abella, director de Bioferia (que tuvo su edición 2022 del 6 al 8 de mayo) explicó a Télam-Confiar que el evento “nació en 2018 a través del medio de comunicación Bioguía con el fin de que todas las personas, emprendimientos y organizaciones que trabajan en sustentabilidad y consumo responsable se encuentren con el público masivo, porque cada vez más gente se pregunta de dónde vienen su productos, quién los fabricó, qué materiales utilizaron,  qué es lo que sucede después de consumirlos y cómo se relaciona eso a nivel ambiental y social”.

Nacida en Argentina, hoy la feria se realiza también en Uruguay, Chile, Paraguay y México, al punto de convertirse -según su sitio web- en el evento sustentable más grande de Latinoamérica. Incluye proyectos o emprendimientos de economía circular, regeneración y reducción de plásticos.

“Existen diferentes estrategias para la desplastificación. Una es eliminar los plásticos de un solo uso por medio de la reutilización o el reciclado, pero este material nunca va a dejar de ser plástico. Entonces otros encuentran la solución en el bioplástico, que es aquel que en lugar de venir del proceso productivo del petróleo viene del proceso productivo del desecho de la agroindustria”.

De hecho comentó que toda la gráfica de la Bioferia, inclusive los banners y la vajilla eran de bioplástico a partir de caña de azúcar,  “que es compostable y biodegradable en 90 días en ambiente industrial”.  El empleo de este material, “podría ser una solución al problema de los microplásticos, que están presentes en el aire, el agua o el alimento”.

Las inquietudes están planteadas. El interés por reconocer que el planeta es uno solo y que hay que cuidarlo, crece. La profesionalización de los distintos procesos para hacerle frente a la crisis plástica está en progreso. Sólo basta ver cómo se expanden y la manera que acompaña la comunidad, cada vez más entusiasta. 

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