Justina Lo Cane tenía 12 años, esperaba un trasplante de corazón y murió en noviembre del año pasado en la Fundación Favaloro.
La nena aguardaba la intervención desde hacía 4 meses y estaba internada pero el órgano no llegó y su estado de salud se fue debilitando.
Su familia había publicado en Facebook una carta en la que destacaban que Justina «esperó 4 meses y luchó, con todas sus fuerzas, para que llegara ese corazón».
También remarcaba: «Soportó y resistió, esperando. Soñando en su fiesta de cumpleaños el 9 de diciembre. Siempre apostando a salvarles la vida a los demás que estaban en su misma condición».
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Justina había ingresado en la lista de espera del Incucai luego de sufrir en julio último una descompensación producto de una cardiopatía que había adquirido al año y medio por un virus, tras una neumonitis.
En septiembre tuvo otra descompensación, más grave, y entró de urgencia a terapia intensiva de la Fundación Favaloro. 2 días después, cuando todos sus órganos se descompensaron, la nena debió ser conectada a un soporte cardíaco y respiratorio (ECMO) mientras aguardaba en emergencia nacional un corazón para el trasplante.
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Durante ese tiempo padeció más complicaciones, como una trombosis que obligó a amputarle los dedos del pie derecho. Y a pesar de las dificultades, siguió peleando por sobreponerse. El 19 de noviembre en el Facebook de La Campaña de Justina se posteó que su estado era «crítico, cada día que pasa le juega en contra».
Justina tuvo más de 10 operativos (posibilidades de recibir un corazones) durante su internación en la Fundación Favaloro. Sin embargo, ninguno pudo concretarse: en algunos casos porque había pacientes de mayor gravedad, en otros casos por falta de compatibilidad. Además, hubo un caso en el que el órgano era compatible pero sufrió una complicación y debieron descartarlo.